viernes, 18 de febrero de 2011

Celos virtuales

Después del amor vienen los celos

Si decíamos en la reunión del pasado día 9 que el amor es una emoción que implica una sensación sublime de pertenencia y entrega hacia otra persona, hoy tenemos que admitir que los celos son la reacción que se produce ante cualquier sospecha, real o imaginada, de que alguien, incluso algo, puede suponer una amenaza o competencia por el interés de la persona amada.

Tendemos a pensar que su origen es la envidia y a veces se confunden. La envidia se produce cuando deseamos algo que tiene otra persona pero nosotros no y los celos cuando tememos que alguien nos arrebate lo que tenemos.



Frecuentemente se producen por miedo asociado a una falta de autoestima, incluso a un complejo de inferioridad. La persona celosa puede llegar a desconfiar de la que ama pensando que ésta quizás aprecie como más interesantes las características o la belleza de otra.

Puede que esta desconfianza no se llegue a producir, pero en todo caso percibirá como amenazante la conducta de esa tercera persona, esté encaminada o no a conseguir los favores de la amada. O sea, que los celos pueden estar ocasionados por la conducta de la persona que queremos, por la de una tercera persona o por una combinación de ambas. Pero la percepción juega un papel muy importante y a veces la persona celosa sufre por la interpretación errónea de las conductas y gestos de su amada o de la gente con la que se relaciona.

Hay parejas que tienen como un juego despertar el interés de terceras personas y disfrutan comentando las reacciones e incluso maniobras de aproximación de éstas, pero evidentemente para ello hace falta mucha seguridad y confianza mutua.

En definitiva, las características de miedo, baja autoestima y desconfianza son las más representativas de los celos.



No es lo mismo tener celos de la propia pareja que tenerlos de la persona que quisiésemos que lo fuese. En este caso, más que de otra cosa, podríamos estar hablando de envidia por un deseo de amor que no es correspondido y que es dirigido hacia otra persona distinta de nosotros.

Frecuentemente se dice que las mujeres son más celosas que los hombres, pero no es cierto. Es algo que afecta a todo el mundo, independientemente del sexo o condición y tampoco tiene nada que ver con la capacidad intelectual. Sabido es que el amor nos hace perder los sentidos, incluido el común y los celos lo mismo.

Lo que ocurre es que las mujeres son más emocionales y normalmente los manifiestan más claramente. De hecho los principales protagonistas de las historias de celos en la literatura y el cine son femeninos.

También tenemos el tópico de los celos como algo muy negativo y dañino para la persona, pero como todo, pueden tener su lado positivo si nos avisan de que es posible que nuestra relación esté en peligro y nos sirven para poner remedio cuanto antes a la situación.


Lo que quizás alguien se pregunte es si se pueden tener celos virtuales. Es decir, si una actividad que mayormente pretende ser un pasatiempo lúdico puede convertirse en algo que nos provoque un sentimiento tan incómodo como los celos.

La respuesta es rotundamente afirmativa. Ya comentaba en la entrada anterior que en Second Life el amor muchas veces te llega por sorpresa y puede ser muy intenso. Como característica principal señalaba la imaginación que se pone en ese sentimiento, pues es necesaria para complementar la poquísima información que tenemos de la persona de la que nos hemos enamorado.

Esa falta de información, esa imaginación y esa intensidad con la que se vive la experiencia hacen que los celos se puedan desarrollar más frecuentemente y sean también más fuertes que en la vida real.

A ello contribuyen otras características de las relaciones virtuales. En la vida real compartimos un espacio común con la persona que amamos. Normalmente estamos al tanto de lo que hace, de sus horarios, de sus amigos… En Second Life todo eso es mucho más difícil. Aunque se convive en un escenario común, los espacios físicos son distintos y cuando apagas el ordenador es como si desaparecieses de la vida de la otra persona. Si comentaba que la desconfianza es una característica de los celos “reales”, en los “virtuales” puede ser aún mayor al igual que la sensación de inseguridad y falta de control sobre las actividades de la otra persona.

También hay que tener en cuenta que aquí puedes tener varias identidades, con cada una hacer cosas distintas e incluso tener distintos amigos y quién sabe si también amores. Quiere esto decir que ser infiel virtualmente es mucho más fácil que en la realidad, por lo que los celos son algo bastante frecuente y el amor, normalmente más efímero, sólo progresará si es fruto de la confianza, la cual es aún más imprescindible que en la vida real.



Dicen que en Second Life se miente mucho. Bien, es cierto que es más fácil mentir, pero también es más fácil decir la verdad y ambas cosas ocurren frecuentemente y de manera distinta a cómo se hace en la vida real. Es decir que se miente sobre aspectos que en la vida real no se hace y se dice la verdad sobre cosas que en la vida real solemos ocultar. Ello contribuye a hacer de las relaciones virtuales algo bastante peculiar y de las amorosas mucho más.

Se puede pensar que en una relación sentimental se debe ser muy sincero y aunque sería lo ideal sabemos que no siempre ocurre. Aquí pasa lo mismo y los casos de distinta implicación en la relación son aún más flagrantes, dándose frecuentemente el caso de que para uno de los amantes la relación es parte del juego mientras que para el otro es algo muy serio. En estos casos de relación “descompensada” el problema de los celos pasa por descubrir si el otro está jugando o no y el daño asociado la decepción consecuente.



Otro aspecto interesante esta relacionado con algo que se menciona en el lema de nuestro grupo. Me refiero a lo del “estudio de la conducta real en los mundos virtuales”. Frecuentemente aparecen noticias de parejas “reales” que se divorcian porque alguno encuentra referencias a coqueteos del otro en sus perfiles de las redes sociales. El que se investigue el Facebook de una persona para comprobar su fidelidad parece que está a la orden del día, pero recuerdo un caso que leí hace tiempo sobre una persona que, sabiendo que su pareja estaba en Second Life, creó una cuenta e intentó ligar con su “media naranja” real, por su puesto sin decir quien era. Al conseguirlo sin demasiada dificultad probó que su cónyuge no le era fiel, aunque el hecho de que la infidelidad la cometiese de forma pixelada y con ella misma debió despertar gran asombro en el juez encargado de sentenciar el caso.

La cuestión es que ahora no sólo es importante ser fiel en la vida real, sino también en la virtual y en el caso de ruptura de relaciones, asegurarnos de quitar de nuestros perfiles todo rastro de anteriores amoríos y recuperar todo tipo de documento gráfico o escrito que un celoso amante virtual pueda utilizar para amargarnos la vida realmente si llegan a manos de nuestra pareja actual.

Otro tema es si los amantes virtuales pueden tener celos de las parejas reales de sus respectivos. La respuesta evidentemente vuelve a ser , aunque todo depende. Hay gente que está casada o tiene pareja real y no lo oculta a su amante virtual, el cual también puede estar a su vez casado. Son personas que diferencian entre su relación real y su relación virtual y para ellos no es ningún obstáculo. Cada una se lleva en una faceta de su vida y no chocan siempre y cuando los dos estén al tanto de las respectivas circunstancias y motivaciones del otro.

Pero a veces la cosa se complica si uno de los dos, o los dos, quiere llevar la relación virtual al plano real. Al cambiar de escenario el choque es no sólo probable sino seguro y el transvase de celos de un mundo a otro resulta inevitable. La pareja del otro que antes no era competencia ahora ya sí que lo es.



También resulta chocante el hecho de mucha gente que establece relaciones sentimentales virtuales afirma no tener sensación de infidelidad respecto a su pareja real, pero de hecho pocos se lo cuentan, así que en el fondo la conciencia no parece estar tan tranquila.

Lo que ocurre es que nos puede parecer normal ser infieles “de pensamiento” y tener fantasías ocasionales con distintas personas distintas de nuestra pareja sin que ello constituya de hecho una infidelidad. De la misma manera tendemos a interpretar el amor virtual como una fantasía compartida con otra persona pero que al no ser real no pone en peligro nuestro matrimonio.

De hecho estas relaciones a veces se inician sin darles importancia y cuando nos implicamos más de la cuenta nos escudamos en la fantasía irreal y cuando nos damos cuenta de que compartimos con esa persona vivencias e intimidades ya es demasiado tarde, pero no lo paramos porque sigue sin ser real y además estamos experimentando una intensa relación que ahora no queremos interrumpir. Hemos establecido vínculos con otra persona que se sentiría traicionada si ahora abandonásemos. Ni que decir tiene que si nuestro cónyuge sospechase todo eso, se sentiría celoso por muchas explicaciones virtuales que intentásemos dar.

También hay que resaltar el hecho de que nuestra pareja se puede sentir celosa de Second Life en sí, independientemente de si mantenemos o no relaciones sentimentales en él.

Es muy frecuente que pasemos muchas horas conectados a un mundo en el que tenemos amistades y realizamos actividades que le son ajenas a nuestro cónyuge y que por tanto se siente excluido de una faceta de nuestra vida que puede haber adquirido gran importancia. Hay que tener cuidado con este sentimiento de exclusión porque es probable que llegue a ser problemático y evidente foco de tensión.

En fin, si sabemos que el universo del amor y de su contrapartida, los celos, es ya tremendamente complicado y lleno de matices en la vida real, en la virtual el conjunto de factores que intervienen es mucho mayor y cuando intentamos compaginar ambas es cuando ya el problema se puede escapar al control de cualquiera.



Como hemos comentado repetidas ocasiones, las reglas del comportamiento virtual las estamos desarrollando a base de convivir guiados simplemente de nuestro instinto e intentando extrapolar a este mundo los convencionalismos del real, con mejores o peores resultados.

De una manera u otra, seguiremos en Second Life observando las características del comportamiento y reflexionando aquí sobre ello.

Saludos,



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jueves, 10 de febrero de 2011

El amor virtual y el amor real. ¿Son tan distintos?

Pocos sentimientos son tan intensos como el amor. Podríamos decir que es el motor de nuestra vida y una de las experiencias más motivantes que podemos sentir. En un entorno tan romántico como es Second Life y próximos a la fecha de San Valentín, pareció oportuno dedicar la reunión del 9 de febrero al tema del “amor virtual”.



El amor “real o virtual” es una emoción y como tal es algo intenso y que se escapa a nuestro control voluntario. Pero es una emoción secundaria y por lo tanto tarda en aparecer, es decir que requieren de la socialización y de un proceso de maduración de nuestro sistema nervioso para manifestarse. A diferencia de por ejemplo el miedo, emoción primaria, que se presenta prácticamente desde que nacemos, el amor, como la vergüenza, necesita que tengamos consciencia de nosotros mismos como seres diferenciados de los demás para ponerse de manifiesto.

Por lo demás es una sensación sublime que implica pertenencia, entrega y trascendencia, que hace que nos sintamos tremendamente felices o tremendamente desgraciados, en todo caso es una emoción especial que nos mueve como personas y como especie, despertando grandes sentimientos de empatía entre los que la contemplan.

¿Por qué nos enamoramos?, pues primero porque estamos predispuestos hacia ello. El amor es algo que asegura el mantenimiento y la supervivencia de nuestra especie. Nos lleva a formar parejas y a reproducirnos. Esto, que visto así es algo totalmente carente de romanticismo y efectivamente tiene una motivación puramente práctica, es lo que subyace tras la ternura de nuestros sentimientos.



La evolución es una cosa muy seria y a lo largo de millones de años de historia ha aprendido cuales son las mejores maneras de asegurar la permanencia de cada especie. En los humanos la emoción más intensa, el amor, está ligada al establecimiento de una pareja. Por otra parte, la sensación placentera natural más intensa se produce por el sexo. Entre una cosa y la otra, la reproducción y la crianza de la prole en un entorno estable está asegurado.

De hecho, el matrimonio, fenómeno cultural que normalmente se entiende como consecuencia del amor, es la pieza que nos faltaba para el establecimiento de un núcleo social, la familia, que proporciona la estabilidad necesaria para nuestro desarrollo como persona. Tanto es así que las únicas sociedades humanas que han logrado desarrollarse son las que en un momento dado de su historia, adoptaron semejantes usos culturales. En su mayoría este tipo de procesos no son conscientes, ocurren por el sistema de “ensayo – error” en el que las poblaciones que no daban con la respuesta correcta simplemente se extinguían.

En nuestra sociedad occidental la forma familiar por excelencia es la derivada del matrimonio monógamo con establecimiento de una familia nuclear, entroncada por los dos progenitores y su progenie, cada vez más reducida, formando una estructura independiente, algo bastante distinto de las familias extensas tan populares antaño, sobre todo en el medio rural.

Esto nos sitúa entonces ante el matrimonio como estructura monógama y con un amplio carácter de permanencia. Pero ¿esto es así?, ¿somos monógamos y “fieles”?. Socialmente sí y ello tiene las ventajas de estabilidad mencionadas, pero biológicamente no hay argumento que ampare semejante costumbre. De hecho existe una aparente contraposición entre la tendencia de los “machos” de cualquier especie a propagar sus genes cuanto más mejor y la de las hembras a asegurarse la protección de su prole.



Second Life: Amor virtual por Internet
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Independientemente de otros logros sociales, ahora estamos en una época en la que podemos vivir sin ajustarnos a los imperativos biológicos o culturales que marcaron nuestra especie durante toda su historia y una de las cosas que más ha contribuido al cambio de nuestras costumbres ha sido Internet, que como un nuevo entorno social está revolucionando la manera de relacionarnos.

Utilizando las distintas posibilidades que “la red” ofrece, la gente se comunica y se relaciona, convive y se enamora, siendo las relaciones sentimentales una de las experiencias que más llama la atención de cuantas se dan en los mundos virtuales.

En nuestras reuniones repetidamente hemos comentado que las características de intimidad, anonimato y consecuente libertad con las que nos movemos en este entorno nos hace ser más audaces, atrevidos y quizás incluso más atractivos al tener menos miedo de mostrarnos como somos y manifestar nuestras preferencias.

Hay quien dice que los que estamos en Second Life tenemos algún tipo de problema en la vida real del que nos olvidamos o liberamos cuneado entramos en el mundo virtual. Es una afirmación extendida y probablemente cierta en algunos casos, pero evidentemente limitada. Las motivaciones son muy diversas y problemas es evidente que todos tenemos, lo que quizás es más común aquí es la tendencia a compartir esos problemas con los demás en una especie de terapia de desahogo.

La empatía que podamos experimentar hacia la persona que se sincera con nosotros, nos hace sentir su problema de una manera muy cercana que quizás favorezca una revelación mutua que a buen seguro estrecha lazos afectivos, incluso muchas veces sentimentales. Este hecho, tremendamente frecuente en Internet, se ve modulado en Second Life por las características ideales del entorno, en las que conscientemente sabemos que los paisajes no dejan de ser dibujos, lo mismo que el aspecto de la gente con la que hablamos. Pero nuestro inconsciente ya ha ido por delante de nosotros y se ha dejado embaucar por la fantasía.

Tendemos a sublimar las características de la otra persona, haciéndolas mejor o peor de lo que son. Si nos cae mal tendemos a pasar de ella y la cosa no va más allá, pero si nos cae bien la idealizamos, nuestra imaginación tiende a suplir la información que nos falta y al cerebro no le gustan las medias tintas, prefiere pensar en términos de bueno o malo. Es decir que de lo malo solemos pasar, pero lo bueno lo hacemos mucho mejor que lo que es.



Si esa persona a la que no conocemos ha conectado emocionalmente con nosotros, es mucho más fácil aquí que en la realidad llegar a establecer vínculos sentimentales. En nuestra vida cotidiana no tendemos a enamorarnos de todo chico o chica que nos cae bien. Aquí tampoco, pero sí es más frecuente. En la vida real estamos constreñidos por toda una serie de condicionamientos sociales, además no tenemos el anonimato que nos ampara aquí. Podemos coquetear o entrar en esos juegos de cortejo que todos conocemos, pero somos conscientes de las consecuencias que pueden tener y si no son apropiadas es probable que decidamos contenernos.

Aquí tenemos la percepción de que tales consecuencias no existen o son mínimas. Nos ampara el anonimato ¿qué puede pasarnos?. Además esto no es real, es como un juego, no hago daño a nadie. Pero aunque muchos de los que mantienen relaciones sentimentales en Second Life manifiestan no tener sensación de infidelidad respecto a su pareja real, como se dijo en la reunión del pasado día 9, pocos se lo cuentan a sus parejas.

Jugar a enamorarse es peligroso, los sentimientos no diferencian lo real de lo virtual y aquí a veces el amor nos pilla desprevenidos.

Por otra parte, nuestras parejas reales no se sentirían cómodas si supiesen que mantenemos una relación sentimental paralela, aunque sea con alguien que nunca conoceremos. Y ese alguien, además de un bello avatar, es una persona con una sensibilidad que podemos herir si no somos conscientes que detrás de nuestra vida virtual hay sentimientos reales.

El caso es que quienes experimentan el amor virtual hablan de ello como algo muy intenso. La idealización de la otra persona y el hecho de que en este entorno nada contradiga las expectativas que sobre ella nos hemos formado, hace que el tono emocional se dispare y nuestro platónico amor adquiera las características de “amor adolescente” o “primer amor”, por muy mayores que seamos y muchas veces que nos hayamos enamorado.

Lo que ocurre es que aquí estamos experimentando el amor en un entorno nuevo, con nuevos sentidos y sin las limitaciones de la vida real. El contacto que nos falta lo suple la emotividad y de ahí que a veces los que lo han experimentado también hablen de ello como un “amor más puro” o “la esencia del verdadero amor”.

Lo que también es cierto es que el amor virtual suele ser bastante efímero. Si en la realidad un “amor eterno” no suele durar más de un año y medio, por lo menos respecto a la intensidad con la que los dos amantes lo declaran al principio, en la vida virtual el amor suele ser aún menos duradero. Quizás la causa sea que esas enormes expectativas que lo hicieron germinar veloz e intensamente, al verse tarde o temprano contrariadas hacen que el sentimiento de decepción sea también tremendamente intenso.

El caso es que este mundo virtual permite a mucha gente un pequeño resquicio para saltarse las reglas sociales de la monogamia y mantener una nueva relación sentimental que al ser en una realidad diferente, tendemos a pensar que no interferirá con la que ya mantenemos, como si por el hecho de ocurrir en mundos diferentes implicase que las amparan “jurisdicciones diferentes”, cosa que ya hemos dicho que no es cierta y que el amor no hace distingos.

El caso es que nuestras parejas reales se sentirían bastante celosas si supiesen que mantenemos una relación paralela, aunque sea virtual. Pero además, aunque no lo sepan y de hecho no las mantengamos, se pueden sentir celosas por el tiempo que pasamos en un mundo que les es ajeno y que implica que tenemos unas experiencias vitales en las que no participan, además del tiempo que por estar en mundos como Second Life quitamos a la convivencia con la otra persona.



Un aspecto curioso que también surgió en la reunión del día nueve, es el hecho de cómo influyen las relaciones sentimentales virtuales respecto a las que mantenemos con nuestra pareja en la realidad. Hablando con gente que ha tenido este tipo de experiencias me he encontrado con dos extremos contradictorios. Por una parte el esperado de que al descubrir una relación nueva se han dado cuenta de la monotonía y el poco interés que le despertaba su pareja real. Por otra parte un fenómeno contrario. El establecimiento de una relación nueva ha exacerbado su emotividad, haciéndole una persona más cariñosa y considerada, aspecto del que sus relaciones reales se han beneficiado considerablemente, sin que ello tenga que ver con un complejo de culpabilidad debido al “adulterio virtual”, por lo menos según lo que declaraban los interesados.

El caso es que esto de los celos que evidentemente pueden surgir es algo de lo que podríamos hablar largo y tendido. Como en el caso del amor, sus implicaciones en el mundo virtual pueden llegar a sobrepasar las connotaciones que tienen en el real y en todo caso es mejor dejarlo para una próxima reunión.

De momento esto es todo. Saludos y ¡Feliz Día de San Valentín!.




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jueves, 3 de febrero de 2011

El Valle Inquietante - The Uncanny Valley

¿Viste a Bruce Willis haciendo de robot en "Los Sustitutos"?, ¿qué sensación te dio?, ¿no se te hacía raro?. Te pongo otro ejemplo. ¿Has visto esos muñecos que parecen auténticos bebés?, ¿qué impresión te dan?. A mí me producen cierto rechazo. Bueno, la verdad es que bastante y si encima se moviesen como un bebé de verdad la repulsión sería aún mayor.

¿Eso por qué?, si son tan reales ¿no me tendrían que producir ternura?. Pues la explicación se basa en que siendo una cosa evidentemente artificial se parece demasiado a un humano de verdad. Por lo menos eso es lo que dice la teoría del japonés Masahiro Mori, que el pasado miércoles día 2 de febrero nos explicó Naikodemus Nemeth en la reunión del grupo Psicología Virtual.

Dicha teoría recibe el nombre del "Valle Inquietante" (Valle Inexplicable según otras traducciones) y viene a decir que cuando tomamos por ejemplo un muñeco, nuestra respuesta emocional hacia él se incrementa positivamente a medida que a medida que se va pareciendo más a un humano, pero llega un momento en que la respuesta se vuelve negativa porque cuando el parecido es muy grande las “imperfecciones” que pueda tener se nos tornan insoportables. Cuando esos defectos se van solucionando, es decir, cuando se va pareciendo más a un humano sin que se le vean imperfecciones, la respuesta emocional positiva se vuelve a incrementar alcanzando valores superiores a los que tenía en el momento de llegar al umbral de caída.

Pero es más, según Mori, cuando el objeto en lugar de ser un muñeco inanimado es un juguete dotado de movimiento propio, o en el caso que él estudiaba un robot, este rechazo emocional es aún mayor y esa diferencia es lo más “inquietante” de la teoría.



A qué vino todo esto, pues a que en la reunión del grupo estábamos hablando de cómo en Second Life nuestras emociones están a merced de las percepciones que recibimos en este entorno, en el que todo es tan bonito, tan limpio y sus personajes tan bellos. Chicos y chicas (pocos “viejos” se ven por aquí) son intrínsecamente atractivos y aún sabiendo que esa apariencia no es la real de la persona con la que hablamos, su “ciber-físico” ayuda a abrir las puertas de nuestra atención y nuestro interés.

Dulce Glas, atenta observadora y siempre precisa en sus matizaciones, apuntaba el hecho de que también hay avatares que por se apartan de los cánones de la belleza estándar propia del lugar, internándose en una “fealdad” trabajada, quizás como reflejo de una originalidad buscada.

Naikodemus, cuya apariencia es por cierto bastante peculiar, nos expuso entonces la citada teoría del “Valle Inquietante” haciéndonos notar que aquí en Second Life, los avatares son tan atractivos porque tienen ese justo parecido humano, pero sin alcanzar el “umbral” del valle que implicaría rechazo.

La verdad es que fue una noche interesante de la que salimos todos “pensando” y con el firme propósito de convocar más veces a Naikodemus en el futuro para que nos siga contando sus experiencias.

Y de momento, por si quieres saber más, te recomiendo que mires el vídeo del siguiente enlace.

Muchas gracias “Naiko”. Saludos a tod@s,




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