viernes, 4 de marzo de 2011

Lo mejor y lo peor de Second Life

La mayoría de las veces que los medios de comunicación hablan de Second Life es para dar una visión negativa. Matrimonios que se rompen, personas que descuidan sus tareas cotidianas por estar en el programa y cosas similares son ejemplos habituales de las noticias que protagoniza este metaverso. Es como si los medios no se perdonasen el fallo de perspectiva que tuvieron cuando en 2007 se hablaba de un entorno que iba a revolucionar nuestras costumbres y, lo que parecía más importante, nuestros mercados y ahora lo intentasen remediar fijándose sólo en lo malo, transmitiendo el mensaje de “ya os decía yo que esto no iba nada bien”.

Pero sin llegar al “boom” de hace cuatro o cinco años, lo cierto es que a estas alturas Second Life cuenta con un considerable fondo de usuarios entusiastas que se esfuerzan en sacar rendimiento a un programa que ofrece muchísimas posibilidades. Nuestro grupo “Psicología Virtual” se esfuerza también en ello y por eso en la reunión del pasado día 2 de marzo estuvimos charlando sobre lo que era “Lo mejor y lo peor de Second Life”.



Muchos puntos surgieron en la conversación: la posibilidad de viajar por entornos muy imaginativos, de aprender a desarrollar de una manera teórica y práctica distintas habilidades creativas, asistiendo por ejemplo a cursos de diseño, construcción, Photoshop, etc. La posibilidad de conocer gente de todos los países y convivir con ellos realizando distinto tipo de actividades lúdicas, como fiestas, bailes, exposiciones o asistir a proyecciones de películas. En fin muchas cosas muy interesantes en las que como siempre se dice, el límite está sólo en tu imaginación.

Pero si de todas las cosas buenas hubiese que elegir sólo una, parece ser que de manera unánime los usuarios de Second Life consideran que lo mejor es la posibilidad de relacionarse con otras personas y de establecer con ellas estrechos vínculos de amistad y en ocasiones sentimentales. Esa relación personal es que se califica como “lo mejor”.

Curiosamente, en el lado opuesto, a la hora de dirimir sobre lo que es lo peor, las opciones no están tan dispersas. Se habla de que a veces uno se llega a obsesionar demasiado con el programa abandonando actividades e incluso personas reales, dato que coincidiría con las noticias que comentábamos al principio.

También preocupa mucho la adicción, temiendo desarrollar una dependencia del programa, cosa que de hecho es posible, aunque no debemos olvidad que la “peligrosidad” es semejante a otras “nuevas tecnologías” como los videojuegos, la telefonía móvil o la televisión, a la que le damos menos importancia por tenerla más asumida. No pretende esto quitarle importancia al poder adictivo de Second Life, sino colocarlo en su justa medida, al lado de ejemplos que nos parecen menos peligrosos, simplemente por ser más cotidianos.



Pero si también en esta ocasión queremos elegir sólo una de las opciones como la más representativa de “lo peor”, no nos extrañará mucho saber que nuevamente nos tenemos que centrar en las relaciones personales. Ya sé que acabo de decir que eran lo mejor, pero sabemos que las emociones en Second Life son muy intensas y también más cambiantes que en la vida real. Es fácil pasar del “amor” al “odio”. Es una cuestión de expectativas. Si esperamos mucho de la gente que hemos conocido y luego eso no se cumple, la decepción consecuente es grande.

Aunque además de la decepción, a veces nos encontramos con actos malintencionados, fruto de la mayor libertad de acción que tenemos aquí y de la laxa reglamentación social, de hecho aún por definir.

Resumiendo, que lo mejor de Second Life es el afecto y la amistad que podemos encontrar y lo peor los celos y las envidias (ya sabemos que no son lo mismo) que podemos despertar.

Es a la vez esperanzador y triste que lo mejor y lo peor de Second Life seamos nosotros mismos.

Saludos,



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